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Sociedad

Guerra civil a la mexicana

Mucho se ha dicho de la belleza, la riqueza, cultura y demás cosas extraordinarias de México. Coincido plenamente con esas expresiones de orgullo, nuestro México es uno y como él no hay otro igual, aquí y ciertamente en ningún otro planeta conocido en la actualidad.

 

Sin embargo inmerso dentro de toda esa espectacularidad, en una forma cotidiana  casi asquerosa, todos los días y a cada momento, los mexicanos libramos de forma inconciente (o tal vez conciente, no lo puedo asegurar)  una asombrosa, mortífera y retrograda guerra civil.

 

Por una parte esta la que desgraciadamente parece ser la facción triunfante: Los mexicanos chingones. Sí, esos mismos mexicanos que vemos con aire de arrogancia ejecutar cualquier tipo de acto que tal vez en otras circunstancias o lugares serian cuestionables o sencillamente reprobables, pero que aquí en nuestro México son motivo de admiración y aplausos.

 

Por la otra y en un porcentaje mucho menor están: Los mexicanos pendejos, esos especimenes raros de encontrar, esos que cumplen con las reglas, esos que aceptan lo establecido para el orden natural de las cosas y fijan con responsabilidad las consecuencias y alcances de sus actos.

 

Y es que nadie puede negar que en Mexicano el titulo de “chingón” es algo que obsesiona a muchos (creo que todos en algún momento hemos creído que lo somos), algo patológico y socialmente establecido como “Tradición”

 

Aquí en este país orgulloso de su milenaria cultura, ser “chingón” tiene el mismo valor que una cedula profesional o un titulo nobiliario y desde muy niños parece que estamos en una prueba, en un casting constante para tomar partido por una u otra causa.

 

Las razones según los estudiados, sociólogos, antropólogos y demás científicos del comportamiento humano son muchas: cultura, complejos, medio social, etc. Tal vez por lo cual en medio de tanta teoría “chingona” ni los unos,  ni los otros se ponen de acuerdo.

 

Lo cierto es que así somos y ante cualquier intento de cuestionamiento respondemos ¡Así soy y que! Y algunos en una exacerbación del sentimiento patriotero agregan: ¡Viva México, cabrones!.

 

 

Pero usted me dirá: ¿Dónde está la guerra, cual es el problema?

 

Les daré un pequeño ejemplo, pero antes aclaro que todos los ejemplos que uso son tomados de la vida real.

 

Hace unos días escuché lo siguiente:

 

-pero papá, es que está más grande que yo- le decía un niño de aproximadamente 7 años a un hombre de aproximadamente unos 38 años.

 

-¿y que tiene no hay piedras o palos? No, mijo, te apendejas mucho- le contestaron

 

El niño con pena bajo la cara y la plática continuó:

 

-pero es que, papá, yo mejor se lo dije a la maestra como dijo mi mamá- dijo, en voz baja, la misma que usa una persona avergonzada de sus actos.

 

-¿No me escuchas, Luis? Eso de los maestros es para los pendejos!. Ya te dije a la próxima le partes el hocico. Lo que me faltaba, que me salgas pendejo! Pues  no! Tú “chingón” como tu padre.

 

Traté de no prestar más atención de la necesaria a la plática y me dedique a observar y mientras lo hacía asimilaba que ante mi tenía a uno de esos mexicanos obsesionados con el status chingón tratando de ganar partidarios para su causa.

 

Seguramente el niño ya llevaría grabado en la conciencia que el término “pendejo” aquí en México es un estigma del cual uno debe hacer hasta lo imposible por sacudirse o librarse.

 

Posteriormente imagine la otra parte de la guerra: una madre tratando de criar un niño socialmente correcto, con respeto a las instituciones y demás.

 

Lo cual me llevó a preguntarme: ¿Quién está ganando la guerra?

 

No fue muy difícil darme cuenta.

 

Muchas veces he escuchado en la calle (y seguramente el niño lo hará) expresiones como las siguientes:

 

-AHH mira ese pendejo que carro tiene!!

 

-ya viste al pendejo ese, prefiere hacer el trámite que pagar una mordida.

 

-No soy un pendejo, SOY UN CHINGÓN!!

 

Y así podría sacar un catálogo entero de frases y sentimientos chingones donde lo importante es realmente sentir ese aire de superioridad respecto a otros individuos que tal vez obre o trabajen correctamente.

 

La artillería chingona nos ataca sin piedad por todos los frentes. Ya sea en la casa, en el trabajo o en el autobús. Estamos sometidos a un bombardeo social constante antipendejos, del cual muy pocos salen bien librados.

 

Incluso podría decirse que es un arma biológica o algo como el efecto zombie ya que donde un chingón mete la mano muy seguramente tendremos en muy poco tiempo un nuevo chingón recargado y listo para sacrificarse por la causa.

A diario en la calle lo observamos vemos a chingones tratando de acabar con los pendejos, pero de esta guerra nadie lleva cifras, no se habla de muertos, ni de heridos, ni de nada parecido.

 

Sin embargo esta guerra silenciosa le cuesta mucho a México, a los mexicanos, sean chingones o no. Nos cuesta en corrupción, en espejismos de estabilidad, en ser reconocidos en el extranjero como flojos, tranzas y demás.

 

Recuerdo que alguna vez leí en algún lugar: México, país lleno de maravillas, perfecto, pero lleno de mexicanos que le roban la perfección.

 

Y sí, esa es la realidad México sería un país perfecto…. Si no fuera un país “chingón”

metamorfosis

metamorfosis

Hoy habrá una marcha para combatir la violencia en México.

 

Vaya, vaya que cosa más interesante es esto de la idiosincrasia mexicana que creemos que marchando saliendo a la calle a  protestar (desde luego en “forma pacífica” ) lograremos ese cambio tan anhelado, ese lugar paradisiaco que “Todos  los mexicanos merecemos”

Alguien debería decirnos, gritarnos a la cara: ¡POR DIOS MEXICANOS DEJEN DE SOÑAR Y ACTUEN!

Sí, claro, en estos momentos usted señor lector está pensando: ¡Qué tipo!  por eso México está como está.

Déjeme decirle: México está como está por gente como esa que sale a protestar, a pedir un cambio, ya en el  colmo de la estupidez ni siquiera al gobierno (“el eterno culpable”, esa “mafia del poder “ y demás ) ahora el trato es con los criminales (como si a los criminales les importara nuestro sentir o el rumbo del país. Esa  gente que sale dándose golpes en el pecho, rasgándose las vestiduras en silencio, representando un mártir incansable.

Esa misma gente que terminando la “protesta” va y compra una cerveza en el clandestino, padres de familia que lejos de educar a sus hijos le dejan la responsabilidad a terceros (como la tv y la grandiosa programación de TeleAzteca porque ciertamente Televisa y Tv Azteca son lo mismo) gente que cuando termine la protesta seguirá con la fiesta (donde claro no faltara la droga y el alcohol).

La realidad es esa, en México la corrupción y doble moral es mala cuando todos los demás lo hacen, cuando nosotros mismos lo hacemos es  justificable a fin de cuentas el “fin justifica los medios”.

Aquel que se atreva a decirme que esta no es la realidad lo reto a salir a las calles y ver la cantidad impresionante de actos que distan mucho de la actitud y la cara de mártires que expondrá mucha gente hoy en la dichosa marcha, donde también seguramente veremos a políticos, artistas y uno que otro ser del espacio ganando cada cual adeptos a su causa

Desde luego también veremos y escucharemos grandes menciones en la tv (por alguna razón creo que será para hacernos creer mas en “iniciativa México”) resaltando el hecho de que “todo el pueblo se unió a la manifestación”. Pero ¿ Que va pasar?  Yo con mis dotes proféticas les tengo la única y verdadera respuesta:

NADA.

 

Ya es tiempo mexicanos (mexicanas también no sea me acusen de misógino y discriminador) de darnos cuenta que ese mexicano que quisiéramos NUNCA VA A LLEGAR, en lugar de estar pensando en un lugar libre, paradisiaco y demás clichés sensacionalistas y optimistas, deberíamos estar pensando en un México donde estemos dispuestos a trabajar, un  México  donde el oportunista encuentre puertas cerradas, donde el político corrupto pueda ser recluido, donde gobernar no sea sinónimo de “riqueza fácil”.

Todo esto solo tiene una forma de lograrse y es hacer de la honestidad un estilo de vida, prácticamente una religión donde el único pecado sea la falta de voluntad.  Sueño algún día con un México diferente, como todos ustedes. Un lugar mejor para vivir y trabajar

No creo que a los sres criminales, sicarios, zetas, caballeros templarios, compadres de bob esponja o cualquier  otro nombre que adopten, eso les tenga con mucha preocupación, no creo que el chapo haya dejado de dormir anoche pensando en la dichosa marcha. Vaya, la posición de ellos es sencilla:

“ESTE ES MI NEGOCIO”

Y  no creo haya un gran cambio en eso mientras nosotros sigamos alimentando ese negocio, mientras jóvenes, viejos, entes fiesteros, Mexicanos de moral relajada  y tanta cosa de la “moderna sociedad” sigamos apoyando con nuestros recursos y nuestra narco cultura esa gran empresa.

 

Así que: mexicano deja de soñar…y cambia… Para que el país pueda cambiar.

¿Tío, Existe Santa Claus?

No cabe duda que la navidad es una de las épocas mas esperadas (independientemente del consumismo y el significado religioso que tiene para muchos). Es una época muy esperada, sobre todo por los niños. La época en donde la gente será bondadosa y los regalos fluirán al por mayor, pero hay un regalo en especial que llena la mente y los corazones de los pequeños.

Aquellos cercanos a mi, saben que estas emociones no son del todo compartidas por mi. Sin embargo ayer hubo una pregunta que me hizo reflexionar y sentir nuevamente esas raras sensaciones de la niñez.

Aproximadamente a las 23:45 del día 24/12/2010, mientras festejábamos lo que los mexicanos conocemos como “Noche Buena”, mi sobrino Manuel se acerco a mí, y con mirada de cierta desconfianza y duda me preguntó:

-¿Tío, Existe Santa Claus?

No puedo negar que la pregunta me dejó sorprendido y de momento no pude responder con precisión, así que tomando a mi sobrino por la cabeza le dije:

-Claro, que existe Santa Claus- Dije, intentando sonar convincente.

-Mis Amigos dicen que no – Agrego él rápidamente.

No pude evitar sonreír, a fin de cuentas él ya sabia la verdad. ¿Era la verdad que yo quería que tuviera? Desde luego que no.

Alejándolo de los demás niños le dije:

- Tienes Razón, Santa Claus No Existe. Veras Manuel, cuando crecemos y nos hacemos grandes nos vamos dando cuenta que en esto que llamamos vida pocas cosas son ciertas. Esta es una de las primeras cosas que estas dejando de la niñez. Toda la vida tus papás han sido Santa Claus, los 3 reyes, el hada de los dientes y demás cosas inexplicables. Con el tiempo también iras descubriendo cosas nuevas, algunas buenas y otras malas, y con el tiempo también llegara el día que tú debas ser Santa Claus.

Mientras le decía esto lo abrace y regresamos a la sala. Suavemente le pregunté al oido:

-¿Ves la emoción de tu hermanita y de tu primo al recibir sus juguetes?

- Sí! - Me contestó.

- Eso es Santa Claus, esa es la magia que esperan los niños en la navidad ¿Te gustaría quitarles esa emoción?

Sin decir nada mi sobrino se soltó de mi abrazo, corrió y gritando con emoción le preguntó a los niños:

- He nena ¿Qué te trajo Santa Claus?.

Yo lo mire, lo mire ahí, la mezcla de niño y hombre, sentí un algo extraño entre mezcla de melancolía, alegría, y tristeza. Acaba de ser testigo y protagonista del momento en que mi niño, el mismo niño que un día cuide, cargue e incluso regañe, dejaba una parte importante de él en el pasado.

Espero haber contribuido de alguna forma a hacerlo un buen hombre y que el día que a él le toque ser Santa Claus, sienta la misma emoción que yo sentí cuando por última vez fui Santa Claus para él.

El que parte y comparte…

Una para ti , 2 para mi. Otra para ti, 3 para mi otra para ti ..bueno ya ….el resto para mi! Es una repartición justa.

 

Exactamente esa es la idea de los políticos mexicanos a la hora de la repartición de recursos y en general cualquier cosa que les toque repartir.

¿Por qué hablo así de nuestros comprometidos representantes públicos?. El día de hoy me despierto con el comentario de que “la democracia cuesta”. Por un momento mi plana e ignorante mente no pudo procesar semejante verdad., aun al escribir esto algo me dice que esta verdad esta manipulada.

Es cierto la democracia cuesta, pero lo malo es que le cuesta al que menos tiene, al pequeño empresario, al tendero de la esquina, al panadero y en general a toda esa gente que diario trabaja para poder sobrevivir, porque lo que hacemos día a día muchos mexicanos es sobrevivir.

No creo que desde luego ese sea el caso del Sr. Cordero. El cual hoy me dice “no es nada comparado con los beneficios que nos trae”. Aquí si la cosa se me hace complicada porque por más que intento visualizar el plus, el contenido agregado, el beneficio grandioso de tener diputados, senadores y demás habitantes del panteón político (panteón en este caso no se refiere a muertos… podría referirse a unos vivos realmente pasados de vivos) no encuentro esos “beneficios grandiosos”

Si bien los Sres., hacen leyes, decretos y demás en beneficio del pueblo es porque sencillamente esa es su función. Es lo que deberíamos esperar, exigir y demandar de ellos. Sin embargo tal parece que por cumplir o al menos fingir que cumplen con su trabajo debemos los mexicanos rendirles un tributo y sentir que les debemos pagar hasta por escupir.

El Sr cordero tiene razón, la democracia cuesta. Pero en México la democracia cuesta mucho, es muy cara, mas cara que en muchos países. Bueno es que tal vez pensamos que pagando muchos a nuestros políticos, manteniendo a muchos partidos políticos, patrocinando campañas electorales millonarias vamos a tener una democracia de esa llamada “del primer mundo”.

Pero basta salir a la calle y observar y la realidad es otra. Tal parece que esos “beneficios grandiosos” no son para el pueblo son para aquellos entes politizados que en el colmo del cinismo nos vienen a engañar con “La democracia cuesta” el cual se me hace un remake de el famoso “el que quiere azul celeste que le cueste”

Si caemos en esta trampa burda, el día de mañana estaremos escuchando quejas de parte de los mismos Sres. exigiendo un aumento debido a su cansado e inhumano trabajo.

Solo quiero recordarles algo que si es verdad

El dinero corrompe, así que mientras más dinero... Más corruptos tendremos en el poder…

Soy un Méxicano Chingon

Hoy como todos los días, aborde mi cotidiano y democrático autobús con dirección a la oficina. Por alguna situación que escapa de mi lógica comprensión no traía mis inseparables audífonos por lo cual y muy en contra de mi voluntad me vi obligado a escuchar la siguiente conversación: 

-Me dice el abogado que me podrían dar 250,000 de crédito, pero como no soy pendejo me di cuenta que voy a pagar un chingo, casi $400,000.

- Ay No mames!- Le contestó con asombro la otra persona que lo acompañaba.

- A HUEVO, Carnalito! Si no soy un pendejo, SOY UN CHINGON! pinché Federico ¿Cómo se creen que me van a robar descaradamente mas de 100,000 bolas . Le mente la madre y no acepte su puto dinero. ¿Te imaginas carnal que podría yo hacer con 400,000 Bolas? No mames, mínimo me estaría mamando un año y con pomos de esos caros.

- MAAA ESTARIA A TODA MADRE!

- Simon! Es más para que veas que tan chingón soy. El diciembre pasado recibí mi aguinaldo de 4,000, una mutualista y otras cortas. En total junte 20,000 le di 1,500 a mi doña para ropa y la cena y me compre un pomo de 3,000 lanas MAA compa pensé que era de litro pero Nel era de 250 gramos. Con decirte dos vasitos y ya estaba gateando.

- MAAAAA QUE CHINGON! 

- A huevo!!.. bueno carnal te dejo voy a chingar al pendejo abogado ese..

Acto seguido, se levantó sin pedir permiso empujo a la gente, golpeó la puerta del autobús (a pesar de que había un timbre y un enorme aviso de “por favor use el timbre”) y a toda prisa bajo de la unidad. Lo primero que me vino a la mente fue la pregunta siguiente:

¿Cuánta gente anda por ahí pensando “soy un chingón” ?

Desgraciadamente y para mala fortuna de esta ciudad, este estado y este país, la respuesta es muy sencilla y no hace falta un estudio o una encuesta para saber la respuesta. Muchos mexicanos nos auto engañamos con el adjetivo “chingón”.

Para el mexicano la palabra “chingón” es sinónimo del triunfo, es la cúspide, es el logro personal, una victoria de la inteligencia individual sobre la brutalidad colectiva, sobre la imposición sistemática de la ley y el orden.

Para nuestro ciudadano ejemplo de hoy, ser “chingón” se basa en el hecho de no haber caído en la trampa del sistema, que pretendía “robarle 100,000 bolas” y mejor aun haber sido más inteligente que un profesional, en este caso un “abogado”, lo que en la escala de la “chingóneria”, equivale al triunfo de David contra Goliat, lo cual lo hace aun más admirable.

Más a fondo hay otra característica propia del “chingón” es el egoísmo casi narcisista del cual hacen gala en todos su actos “chingones”, como lo demuestra el anterior ejemplo, donde lejos de pensar en el bien colectivo en este caso representado por la propia familia se antepone la satisfacción personal.

Nuestro individuo goza exhibiendo su poder como macho dominante, señor absoluto de su feudo. En su ideología “chingona” siempre va a ser más importante una borrachera, una fiesta, o cualquier otra cosa para su gozo personal que una familia, una casa, un patrimonio o una estabilidad personal.

Saco a relucir esto porque esa es otra característica del ente “chingón”: La irresponsabilidad. Siempre habrá una forma “chingona” de resolver las cosas, casi siempre con un esfuerzo mínimo y donde el “chingón” obtenga o crea obtener el mayor beneficio.

En mi propia percepción el “chingón” es un individuo con una visión equivocada de una actitud positiva y ganadora.

¿Alguien es culpable de esta actitud cada día más generalizada?

No lo se, ni tampoco estoy para intentar discernir esto.

Pero no cabe duda que esto me quedo “muy chingón” y por ultimo les hago una observación a todos esos “chingónes” que pueblan nuestras calles, instituciones, gobierno y en general cualquier lugar de nuestra chingona sociedad mexicana, porque ojo el “chingón” lo mismo es un albañil (como nuestro ejemplo), un ingeniero, un empresario o un gobernador en la cúspide del pinché poder, no es exclusivo de un sector social o de una región geográfica.

Recuerden:

No importa que tan chingón seas, siempre habrá alguien más chingón que tú.

¿CHINGON, NO?